El individuo que somatiza es extremadamente dependiente en sus relaciones sociales, pide cada vez más apoyo emocional y puede enfurecer cuando siente que no recibe atención ni se satisfacen sus demandas; con frecuencia puede ser descrito como exhibicionista y seductor y, en su afán de manipular a los demás, amenaza con suicidarse (también llega a intentarlo).
De esta manera le es posible manifestar un sufrimiento que no puede expresarse de otra manera, e incluso conseguir algunas “ganancias” (influir en algunas personas o manejar ciertas situaciones desfavorables).
Los síntomas presentados son una manera de pedir ayuda y atención; tanta insistencia e intensidad a costa de la propia salud reflejan el deseo excesivo de ser atendido en todos los aspectos de su existencia, aunque no es raro que haya otros propósitos:
Evadir responsabilidades de la vida adulta.
Impedir involucrarse en trabajos más demandantes u oportunidades de crecimiento importantes, lo que sugiere sensación de incapacidad o culpabilidad (los síntomas obstruyen y castigan).
Unificar una familia dividida, debido a que los miembros del grupo se organizan en torno al “enfermo” para olvidar otros conflictos o problemas.
A menudo, las personas con somatización están descontentas con la atención que reciben para aliviar sus síntomas y van de un especialista a otro en busca de una solución; no son capaces de darse cuenta que su problema es básicamente psicológico y por ello presionan a los médicos para ser sometidos a sinfín de tratamientos.
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